lunes, 29 de julio de 2013

VLADIMIR SALNIKOV Y LAS OLIMPIADAS DE MOSCÚ

Toda la falta de interés que siempre he demostrado por practicar algún deporte contrasta con mi absoluta devoción por los eventos deportivos como expectadora. No creo que me compense en salud, pero sí tengo que decir que con algunos espectáculos he vivido momentos memorables, y todavía ahora recuerdo con emoción alguno de ellos.

También es verdad que los deportes que más me gustan no son, ni mucho menos, los más mayoritarios por lo que respecta a la audiencia, porque soy fan incondicional de la natación, la gimnasia deportiva, el ciclismo y el atletismo. Así pues, me he "tragado" yo solita olimpiadas a horas intempestivas, mundiales de atletismo y natación en pleno mes de julio y agosto y las tres grandes rondas ciclistas por excelencia mientras el resto de los mortales dormitan ante el televisor.

En esto de las olimpiadas, la primeras que recuerdo son las de Moscú, en 1980. El mayor evento deportivo que se vive cada cuatro años se vió en esta ocasión muy afectado por el boicot que los Estados Unidos infringieron a la política soviética justo cuando se iniciaba la década en que teníamos que ver como caía el Muro de Berlín. Me fascinaron los enfrentamientos entre Sebastian Coe y Steve Ovett, los dos corredores británicos más importantes de los últimos años. También me encantó la prueba de salto de altura, en que Sara Simeoni consiguió el oro olímpico, aunque mi recuerdo más especial fue cuando superó la mítica barrera de los 2,00m en Los Ángeles 2004.

Pero sin duda, mi momento histórico por excelencia en las Olimpiadas de Moscú lo protagonizó Vladimir Salnikov, el "expreso de Leningrado". El 22 de julio de 1980 fue el primer nadador que rompió la barrera de los 15 minutos en la prueba de 1500m. A pesar de que fue una prueba claramente dominada por este deportista de principio a fin, creo que fue el cuarto de hora más largo de mi vida, mientras le empujaba mentalmente para que batiera el récord mundial y se colgara la medalla de oro. El momento en que levantó los brazos al llegar a la meta fue uno de los momentos más memorables de la historia del deporte, y me recuerdo a mí misma pensando que tenía mucha suerte porque cuando fuera mayor podría explicar que  había vivido en directo aquella hazaña. Escuché el himno de la URSS en el podio como si fuera el mío propio, con el corazón encogido de emoción y felicidad a partes iguales.



Aquel Osito Misha de aquellas Olimpiadas que empezaban algo "descafeinadas" por la falta de asistencia de los deportistas representando a los Estados Unidos fueron para mí el principio a una de las aficiones que más satisfacciones me han proporcionado. Todavía ahora cuando veo por televisión estas pruebas intento transmitir esa emoción a mis hijos, porque pocas cosas enriquecen tanto como los valores de deportividad, esfuerzo y constancia.

Os dejo con la canción de  la mascota de aquellas lejanas olimpiadas.



Fuente de imagen 1: http://www.dailymail.co.uk
Fuente de imagen 2:http://keikai.blogspot.com.es

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