viernes, 29 de mayo de 2015

Un paseo por "El Corte Inglés"

Acabo de llegar de "El Corte ingles". No son unos grandes almacenes que frecuente, ni mucho menos, pero de vez en cuando claudico porque es el único sitio donde hay algunas cosas muy concretas. Y hay dos secciones muy determinadas que me "gustan", aunque en el sentido más "friki" de la palabra..

En el Corte Ingles de pza Catalunya, en la planta a pie de calle, hay un apartado de productos de belleza que es digno de la casa de la familia Adams. Colonias antiguas con olor a viejuno para hombre y mujer, rulos de color rosa, redecillas para el pelo que usaba mi abuela para dormir el día que iba a la peluquería, lacas con envases dorados, jabones en pastilla de marca Lux o Magno, cepillos para enjabonarse la espalda y otros abalorios impensables que me hacen recordar la botella de colonia de 1l que guardaba mi abuela en el armario (de marca "Simpatía") para que hiciera buen olor la ropa. Está claro que la colonia caducó muchos años antes de que ella se muriera, así que se quedó como testimonio en el fondo del ropero. ¿Quién no ha encontrado una pastilla de jabón sin abrir en un neceser viejo, con el papel y la foto deteriorados por el tiempo, y se ha parado a recordar el momento en que se quedó allí, a saber con qué motivo? A mí las pastillas de jabón me recuerdan a los hospitales, a las convivencias, a trasladar momentos de intimidad fuera de casa. Siempre que tengo la necesidad de comprar en El Corte Inglés paso por este apartado "kitch".

Y la otra sección es la de perfumería (otra vez el olfato, como casi siempre). Cuando recorro los "stand" de perfumes y cremas de alta gama me veo a mí misma en el otro Corte Inglés, el de Diagonal, siempre mucho más elitista, cuando tenía 15 o 16 años y el sábado por la tarde, antes de entrar en la discoteca, pasaba por allí con mi amiga Nuria y las dos nos atiborrábamos de perfume carísimo pensando que así pareceríamos niñas "bien". Aquel olor a colonia inaccesible para nosotras y cualquiera de nuestra familia nos hacía sentir ricas, de otro "estatus", de una clase social que no nos correspondía pero envidiábamos. Era la clase social que tenía vacaciones con piscina privada y que en Navidad podía pasar todo el día comprando juguetes y regalos para la familia entera sin tener que trabajar. Eran mujeres salidas de los anuncios de Ferrero Rocher en cualquiera de sus versiones, porque todas tienen ese aire de "no tengo prisa" que tanto nos gustaba.




Cuando llegaban las vacaciones, aquellos grandes almacenes siempre estaban frecuentados a cualquier hora del día por señoronas de cualquier edad, impecables en apariencia, oliendo aquel aroma imponente y penetrante que deja huella por donde va, con las dependientas desviviéndose por atenderlas. Fuera la hora que fuera iban con el paso lento de quien no tiene nunca prisa, con la seguridad que da no tener que mirar ni un precio. Aquella no era la vida de mi madre, ni de nadie que conociera de cerca. Era la vida de alguien que puede dedicarse a su persona en cuerpo y alma, sin preocuparse de trabajo, niños, casa, facturas ni nada tan gris como todo esto. Era una vida de bikinis, cafés a media mañana con las amigas, peluquería a cualquier hora y cremas en la cara que te hacen aparentar 10 años menos. De hecho, estoy segura de que estos perfumes pretenden evocar todo eso, y asegurarte que con ese frasquito todo los vas a ver de color rosa mientras descansas en una butaca en Saint-Tropez.

Por eso hoy al pasar por la sección de perfumería me he puesto una gotita de perfume carísimo en la muñeca y he ido olisqueando todo el camino hasta llegar a la oficina, no porque envidie ya a estas tipejas insulsas, sino porque me gusta volver a sentirme con quince años a punto de entrar en la discoteca y bailar sin parar como si nunca fuera a ser mayor.

Feliz fin de semana

Fuente de la foto 1:  http://www.afeitadoclasico.com
Fuente de la foto 2: http://www.lascancionesdelatele.com
Fuente de la foto 3: https://quieroorganizarmievento.wordpress.com