sábado, 1 de septiembre de 2012

¿QUÉ FUE DE SARAH KAY?


Un año, al inicio de curso, nuestras carpetas, estuches, carteras y demás materiales escolares se vieron inundados de pronto por unos dibujos campestres y ñoños a partes iguales: se trataba de las insufribles ilustraciones de una dibujante llamada Sarah Kay, una australiana que pasó a formar parte de nuestras vidas de la noche a la mañana.


Hacía tiempo que no veía una de sus ilustraciones y albergaba la esperanza de que el tiempo y la distancia me hicieran mirarlas con otros ojos y se me erizaran los vellos al transportarme a mi preadolescencia.... Nada de esto ha ocurrido: me siguen pareciendo unos dibujos irreales que idealizan la infancia, la adolescencia, el amor y el mundo en el campo como si fueran la panacea, pensados para niñas (nunca niños, está claro) que no tenían demasiadas aspiraciones en esta vida.

Suficiente dosis de ñoñez rural teníamos con ver cada fin de semana las andanzas de la familia Ingalls en "La casa de la pradera" para que encima este estilo de vida nos invadiera las aulas.




Cuando escucho la sintonía todavía me parece estar engullendo a toda prisa la comida del domingo para sentarme en un buen lugar en el sofá (toda la familia tenía este programa como serie de culto, aunque parezca mentira) y asistíamos emocionadísimos a las desgracias de los pobres campesinos que padecían semana tras semana las desventuras más insólitas que pudiéramos imaginar.

Visto (y recordado) lo uno y lo otro, no me extraña que hoy en día todavía nos sorprendan algunas programaciones actuales... Somos una generación criada a golpe de lágrima y candidez, sin opción a cambiar de cadena (¿alguien recuerda algún programa de la UHF?) y con poca educación crítica. Hasta que llegó Alaska y "la Bola de Cristal", claro... Pero eso será otro día.

Fuente de la foto: pinterest

4 comentarios:

  1. Que mirada más triste... la que te ha quedado... a mí me encantaban sus dibujos, y vivo en el campo, y mi casa es así; y no resulta nada ñoño... mi infancia en la ciudad hubiera debido de tener la mitad de la dulzura ( escapista o no) de sus ilustraciones.

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  2. Bueno, no era mi intención la de dar una mirada triste; la verdad es que siempre me parecieron dibujos muy alejados de mi realidad, pero comprendo que si vivías en el campo se acercara más a lo que tú conocías. Quizá lo que sí tiene un puntito de nostalgia es el recuerdo de un tiempo que y pasó, pero no tristeza.

    Te agradezco tu aportación y tu comentario. Un abrazo

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  3. A mí, particularmente no me da tristeza por lo que significa, en tanto retrato de una realidad campestre, sino más bien nostalgia, porque significa una etapa de la vida en que también fui feliz. Mi felicidad de hoy en día también es fuerte y no resalta los valores tiernos y transparentes de los muñequitos de Sarah Kay, sin embargo, al recordar que ilustraban mis cuadernos de frases, donde sí aprendí a plantar y cosechar esos valores, entonces, pues, me alegra repasar esas imágenes bucólicas, libres de bombas y cierta perversión mundana.

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    1. Creo que eso nos pasa a todos, que recordamos con nostalgia nuestra infancia aunque ahora también seamos felices. Hay momentos de nuestra vida que se quedan en nuestra memoria como si estuvieran grabados a fuego y somos capaces de recordar detalles como vestidos, aromas, sensaciones, canciones... Es bonito, creo yo.
      Gracias por tu comentario, Carolina. Un abrazo

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