Mi madre, que siempre había leido casi tan compulsivamente como yo me puso un día un libro en las manos. De color marron, en edición de bolsillo, olía como huelen los libros viejos que hace tiempo que no se abren. Es un aroma inconfundible, un poco rancio, sí, pero con una personalidad indiscutible que evoca otros ojos en las mismas líneas. En la portada, tres personajes con rasgos orientales, dos de ellos con vestimenta tradicional china y un tercero, en segundo plano, que con ropaje occidental observa con gravedad a los otros dos. Era "Viento del este, viento del oeste" de Pearl S. Buck.

Creo que fue una lectura iluminadora: me ayudó a tomar otra perspectiva sobre la cultura, la mía y la de otros países, y como la mayoría de las situaciones cotidianas están completamente teñidas de tradiciones que consideramos inamovibles hasta que alguien nos hace cuestionarlas. Pero además de eso, creo que fue la lectura que me convirtió en adulta, la que me hizo dejar los libros de preadolescente para comenzar a descubrir la biblioteca de mis padres, suficientemente abastecida por el señor de "El círculo de Lectores" que, como en tantos y tantos hogares, aparecía puntualmente una vez al mes para ofrecer las novedades editoriales. Algunos de estos libros decoran todavía las estanterías de muchas casas y sirven un poco de nexo común entre una clase media de mediados de los 70 que ya sabía leer y disfrutaba haciéndolo.
Para acabar de aderezarlo todo, un día mi profesor favorito de aquella época (y de casi todas) nos preguntó a todos qué libro estábamos leyendo: yo respondí algo azorada que "Viento del Este, viento del Oeste" y la cara del profesor Jaume se iluminó con una sonrisa. Me preguntó quién me lo había recomendado, le dije que mi madre, y , sin dejar de sonreir, me dijo que siguiera sus recomendaciones literarias. Volví a mi casa emocionadísima y cuando lo conté a la hora de la cena mi madre se sonrojó del orgullo que le provocaron mis palabras.
Ahora es ella la que a veces me consulta sobre qué leer, pero sigo confiando en su criterio porque aunque ella nunca me recomendara a Gabriel García Márzquez, la edición de "Cien años de soledad" que me permitió descubrirlo era suya, aunque no lo hubiera leído. ;)
Fuente de la imagen: http://www.pinterest.com
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