lunes, 28 de julio de 2014

MI PARQUE DE ATRACCIONES FAVORITO: MONTJUIC

Cuando uno es pequeño hay tres días marcados en rojo en el calendario anual: el cumpleaños, el día de Reyes y el día que te llevan al parque de atracciones.

En mi ciudad, cuando yo era pequeña, había dos parques de atracciones: el del Tibidabo y el parque de atracciones de Montjuic. El del Tibidabo, todavía en activo y con muy buena salud, tenía el inconveniente de que había que hacer una verdadera excursión para llegar hasta allí, sobre todo viviendo en un barrio de la zona sur, como es mi caso. En cambio, el parque de atracciones de Montjuic era relativamente accesible para toda la familia con un buen servicio de autobuses que te dejaban en la puerta. Quizá por eso, porque era más familiar, menos elitista, tenía fama de que había peor ambiente, sobre todo en la zona de los autos de choque. Siempre me pregunto qué deben tener los autos de choque para provocar esa aglomeración de personajes de novela de Juan Marsé, porque esto acostumbra a pasar igual en los parques de atracciones que en las ferias itinerantes que van por los pueblos.

Detalles aparte, casi siempre a finales de las vacaciones de verano, cuando ya habíamos vuelto del veraneo, mi padre un día anunciaba que había ahorrado dinero durante todo el año para llevarnos a Montjuic a pasar la tarde. Las últimas veces que fui con mis padres, antes de empezar a tener edad para ir sola con amigos, el dinero que había acumulado durante el año provenía de lo que se ahorraba en tabaco, así que todavía tenía más valor: después de años y años de humear como una chimenea paquetes de "Rex", "Sombra" y "46" mi padre dejó de fumar y decidió guardar cada día el dinero que se ahorraba en una cajita de latón que tenía en la mesita de noche, junto a los compases, los pañuelos y un libro sobre "Conjuntos de Euler Venn, matemática moderna" que nunca entendí qué hacía alli.

Hoy tengo el día disperso, me voy por caminos laterales que me desvían del tema principal. Volvamos al
cauce. El día que mi padre anunciaba que aquel día si, que nos íbamos a Montjuic, un escalofrío de placer recorría mi espalda, me iba corriendo a buscar la ropa más cómoda (pero bonita) que tenía y unas sandalias que me permitieran ir fresquita sin perder pie. Lamento decir que recuerdo bien poca cosa de aquellas instalaciones: el barco del Misisippi, los autos de choque, la noria y el látigo. En cambio, recuerdo perfectamente el olor de frankfurt del bar de la ballena (que hacía de barra), o el ambiente que se respiraba alrededor del teatro cuando había actuación. Intentando refrescar la memoria, he visto las celebridades que aparecían en aquellas instalaciones y parecen todos salidos de un capítulo de "Verano Azul": Bigote Arrocet, Pepe Darrosa, Bordón 4...La "casposidad" hecha artistas, en una época en que las celebridades se generaban en "Un, dos, tres... responda otra vez" o en los programas de Jose Mª Iñigo y Carmen Maura. Como os digo, he hecho prospección entre las imágenes de internet y el teatro me parece lo más deprimente de todo: con aquel escenario de color amarillo y morado, aquellas gradas de plástico que se quemaban al sol....




Después, cuando lo cerraron, se hicieron cientos de fotos y reportajes sobre su abandono y demolición y es verdad que no hay nada más escalofriante que un parque de atracciones abandonado (¿Quizá un payaso muerto?) porque algunas fotografías hielan la sangre, son propias de un escenario de terror. Os dejo alguna de ellas por si queréis pasar mala noche.





Hoy día los terrenos del Parque de Atracciones están ocupadas por el Parque Joan Brossa. Ya no tienen aquel aire decadente de fiesta continua, pero todavía quedan vestigios de lo que fue. Entre las páginas que he visitado, he encontrado esto donde hay una información extensísima de lo que fue en su momento. En su página de Facebook cuelgan fotos de vestigios del antiguo parque que todavía hoy se pueden encontrar. Es una delicia ver la cantidad de información que se publica todavía sobre ello. Es el mejor indicio de que el Parque de atracciones de Montjuic seguirá vivo en el recuerdo de muchos nostálgicos como yo. Siento mucha melancolía de aquellos maravillosos días marcados en rojo en el calendario de mi niñez, cuando parecía que íbamos a ser felices para siempre.

Fuente de las imágenes:  http://www.achus.biz/montjuic/

miércoles, 23 de julio de 2014

ADÉU, MANEL!

Una vez oí en un entierro que una persona no muere del todo mientras haya gente que la recuerda. Es bonito, triste pero bonito. La muerte es siempre triste, pero también un poco poética ¿No os parece?

Me han llamado para decirme que ha muerto mi tío Manel, mi padrino, el más divertido, con diferencia, de todos los tíos que he tenido. Con un humor agrio e insolente, como era él, pero también muy sensible aunque no quisiera reconocerlo. No sé si fue una persona muy feliz, porque pertenece a esa rama de mi familia que no es demasiado dada a expresar sentimientos, ni a explicar emociones. A pesar de que vivimos durante muchísimos años a menos de cinco minutos unos de otros, nunca tuvimos una relación muy estrecha. Algunos días señalados, como Reyes, Navidad, el día de la Mona el lunes de Pascua (era mi padrino y me regaló la Mona hasta que hice la comunión) y unos días inolvidables en el cámping el año en que iba a nacer mi hermano. Sólo eso. Después, de mayores, cuando mis padres lo han necesitado siempre ha estado ahí, al pie del cañón, para lo que haga falta. Como los buenos, los de verdad, los que lo dan todo.

Estoy intentando hacer un pequeño "patchwork" mental con los retales de recuerdos que tengo de él: recuerdo, por ejemplo, cómo se aseaba por las mañanas en el lavadero, y se dejaba el pelo completamente peinado hacia atrás, lo que le daba un aspecto parecido al de Clark Gable, con aquel olor a colonia fresca que todos usaban en aquella casa de mis abuelos; recuerdo cómo le costaba hablar castellano, haciendo que las "c" sonaran como "s" en un intento desesperado por pronunciar correctamente; recuerdo cómo se reía de su mujer, mi tía María, con aquel aire socarrón, mientras ella nos miraba desmintiendo con la cabeza cualquiera de las anécdotas imposibles que contaba; recuerdo que el día que se casó mi prima Mariana tuvo que salir fuera de la iglesia con mi padre porque a los dos les dió un ataque de risa metiéndose con el cura, y les llamaron la atención; recuerdo cómo contaba que había robado una caña de pescar un día en Andorra, solo para ganar una apuesta con un compañero que le retó diciendo que no era capaz de hacerlo; recuerdo la broma que siempre me hacía cuando era muy pequeña, haciéndome creer que se había cortado el dedo pulgar de la mano; recuerdo mi viaje en coche, sola con él, de vuelta a casa después de las vacaciones en el camping; recuerdo cómo le gustaba hacer puzzles y a mí me sorprendía tanto que una tarea que requiere tanta paciencia fuera del gusto de un hombre que no era capaz de leer un libro.

De todos modos, lo que nunca olvidaré de mi tío es una escena que no viví junto a él: como hacía tiempo que mi tía María está con Alzheimer la habían ingresado en una residencia, pero ante la muerte inminente de mi tío, mi prima Nuri la llevó para que se vieran. Por lo que me contó, mi tío la cogió de la mano y le dijo "María, sé fuerte y no temas a la muerte". Mi tía siempre había tenido mucho miedo a la muerte, al sufrimiento, hasta el punto que no quería hablar del tema. Y él, en una de las demostraciones de amor más bonitas que he escuchado nunca, intentó contagiar de valentía a la persona con la que había compartido su vida desde los 18 años, y se despidió de ella para siempre porque sabía que era lo que más le asustaba. Hace más de quince días que me lo contaron y cada vez que lo recuerdo me emociono.




En fin, si este es un espacio para los recuerdos de mi infancia, hoy tenía que dedicar esta entrada a mi padrino Manel, el que tanto me hizo reir. T'estimo, tiet!

Fuente imagen 1: http://www.estuimagen.com
Fuente de la imagen 2:  http://www.taringa.net

lunes, 14 de julio de 2014

ESTE AÑO BELCOR BAÑO



Aprovechando las rebajas de verano, el fin de semana fui en busca de un bikini. Y como siempre, mientras buscaba entre los diferentes modelos, me topé con una etiqueta que me hizo venir a la cabeza la sintonía de uno de los anuncios que más recuerdo del final de mi infancia: en 1982, Belcor lanzó una campaña publicitaria refrescante y juvenil, con las imágenes de unas chicas adolescentes con las que me sentí completamente identificada (aunque yo todavía no lo era) y una música pegadiza que es la que todavía tarareo de vez en cuando.

Su estética es "ochentera" hasta aburrir: los peinados de las chicas con un lazo de color (a juego con la ropa o el bañador), los labios de colores anaranjados, las sombras de ojos en tonos lima, y unos bañadores y bikinis tan propios de la época que sólo les faltaba que hubieran acolchado el tirante a modo de hombrera. Las tres chicas quieren ser muy modernas, independientes, atrevidas.... Están las tres solas pasando el verano en una "roulotte" y llevan ropa sugerente, sin el puritanismo de otras épocas. Cualquiera podría pensar que estamos ante la liberación femenina ¿verdad?. Pero ¡no!. Igual que pasa ahora con la publicidad, las chicas del anuncio necesitan la figura masculina para sentirse completas, para ser felices: aparecen las tres vigilando al chico de sus sueños, un salvavidas de la playa, y llaman su atención para que se fije en ellas. Mientras esperan, se ponen sus mejores bañadores recién estrenados. Pero él no aparece. Tristes y fastidiadas, cada una de ellas fantasea imaginando que la elige a ella para casarse. El spot termina cuando el salvavidas cruza la puerta con cada una de ellas en brazos y vestida de novia en la "roulotte", alcanzando entonces la felicidad absoluta.



Si no fuera porque todavía hoy en día se mantiene este esquema machista y dependiente de las chicas en los anuncios me daría la risa; porque además intentaban (e intentan) aparentar una modernidad y una amplitud de miras que no es cierta: las chicas son, en la publicidad, modelo de independencia, de personas con iniciativa... pero en realidad necesitan que los hombres den su aprobacion a su cuerpo, a su conducta, a su actitud, para ser felices. Son (y eran) floreros que no aportan ni conocimiento ni aptitudes de ningún tipo, solo belleza y sensualidad. El hombre solo tiene que llegar, elegir la que más le gusta (por su aspecto físico, evidentemente, como los tratantes de ganado) y demostrarle quien manda y quien decide.

Hay miles de anuncios que serían tan representativos de este esquema como este pero como la música era tan pegadiza y yo tengo tendencia a recordar la letra con insistencia (es una especie de resorte, no sé qué diría mi psicóloga si se lo contara) he tenido posibilidad de analizar el mensaje a conciencia. Transcribo la letra porque no tiene desperdicio:

"Quisiera ser tan bonita
que él se fijara en mí
Quisiera estar tan radiante
que él se chiflara por mí
Este año, Belcor baño, 
este año, Belcor baño"

Lo dicho: mujeres que quieren ser bonitas solo para gustarle a hombres que vuelvan locos por sus atributos, como si de brujas encantadoras se trataran.

No quisiera que las mujeres de las siguientes generaciones siguieran repitiendo este esquema dependiente y mezquino, basado en principios de desigualdad entre hombres y mujeres como si tuviéramos intereses diferentes, como si el sexo femenino solo fuera un complemento necesario del sexo masculino. Es tan sibilino en mensaje que hoy día nos creemos que por aparecer como sexualmente activas en la publicidad tuviéramos ya ganada la igualdad, pero nada más lejos de la realidad; todavía hoy hay chicas y chicos que repiten esquemas patológicos en sus relaciones, y la prueba son las numerosas muertes por violencia de género que se producen.

¿O encontráis alguna diferencia entre lo que sugiere la campaña de este mismo año de Calcedonia? Por desgracia, yo no.