sábado, 21 de septiembre de 2013

FESTA MAJOR DE LA MERCÈ A BARCELONA

Estamos en plena fiesta mayor de Barcelona, coincidiendo con la Mare de Déu de la Mercè, pero conviene no olvidar que la antigua patrona de Barcelona era santa Eulàlia, y cuando por estas fechas llueve (que acostumbra a llover), la tradición de la ciudad es decir que son las lágrimas de Santa Eulàlia por haberle quitado el orgullo de ser la patrona de la ciudad.

La verdad es que la hagiografía de la pobre Eulalia es digna de ocupar cualquier programa de TeleCinco donde se hable de torturas, miserias y bajezas humanas, pero parece ser que ser recomendada directa de San Pedro Nolasco, San Ramón de Penyafort y Jaume el Conqueridor abre muchas puertas, incluidas las del patronato de las ciudades, y al final fue Mercedes quien se llevó el gato al agua.

La cuestión es que lo que ahora se ha convertido en una fiesta "progre" donde el Ayuntamiento aprovecha para traer las actuaciones más "in" del panorama artístico, en la época de mi infancia, los años 70, la fiesta mayor de la ciudad se limitaba a una cabalgata que transitaba por la Avenida María Cristina en Montjuic y que para mí era todo un acontecimiento, comparable incluso, a la cabalgata de Reyes en Navidad.

Recuerdo sobre todo que teníamos que desplazarnos a Montjuic muy pronto, sobre las 16h, para pasar allí unas horas angustiosas, que se hacen eternas a los niños y, de rebote, a los mayores, por la insistencia de los pequeños en preguntar cuánto falta. Al final, después de horas de espera, la señal de inicio la daba la peste a boñiga de caballo que desprendía la Guardia Urbana de Barcelona, ataviada con su uniforme de gala y sus cascos de penacho blanco, conjuntados con la casaca roja con acabados dorados. A los caballos, claro está, les daba lo mismo si era la Mercè o Santa Perpètua de la Moguda, e iban soltando lastre a su paso para asombro de los más pequeños y disgusto de los mayores. Todo quedaba impregnado rápidamente del aroma dulzón que desprende el excremento de las caballerías, pero era la señal de inicio de la fiesta que llevaba horas esperando. Después llegaban los gigantes, los cabezudos, las carrozas, las orquestas, trompetas y tambores,... todo junto en una magia de vestidos antiguos, de un ritmo alegre y pegadizo que nos contagiaba a todos en algo parecido a una locura colectiva que culminaba en la traca final, nunca mejor dicho, de los fuegos artificiales.  En aquel momento mi padre me subía sobre sus hombros y yo veía tan cerca las chispas y las luces que me asustaba muchísimo y le pedía que me bajara para seguir disfrutando del espectáculo cogida de su manita, en un lugar seguro y tranquilo.


Después, poco a poco, los fuegos artificiales se iban espaciando hasta que todo volvía a quedar en silencio y me volvía para preguntar a mi padre cuánto faltaba para la cabalgata de Reyes.

Feliç festa major, barcelonins i barcelonines!

Fuente de imagen 1: http://www.putxinelli.cat
Fuente de imagen 2: http://www.bcn.cat
Fuente de imagen 3: http://aglapertu.blogspot.com.es

sábado, 14 de septiembre de 2013

TODO LO QUE APRENDÍ CON LOS LIBROS DE LOS CINCO

Hoy hemos celebrado el cumpleaños de mi sobrina Lola. Es una niña adorable, muy sensible y algo tímida, que me parece que va a dar mucho que hablar a toda la familia cuando empiece a mostrar todo lo que lleva dentro. No puedo evitar que me recuerde un poco a mí cuando tenía su edad, en concreto nueve años que cumplió anteayer.

He ido a comprarle un regalo, preferentemente para leer, porque dice que quiere ser escritora de cuentos. Me ha parecido que ya era buen momento para iniciarla en una colección que a mí me sirvió como trampolín para otras muchísimas lecturas cuando fui algo más mayor. Ya la he mencionado en otras ocasiones: se trata de "Los cinco". Han reeditado todos los títulos y ahora su aspecto es más actual (a mí me gusta más el de mi época, claro) y le he comprado un par de títulos para que se inicie y me cuente si le han gustado.

Al tenerlos en la mano he recordado aquellos dibujos que yo repasaba constantemente para hacerme una idea de como eran físicamente mis personajes (Julián, George, Dick, Ana y Tim). Me viene a la cabeza, sobre todo, la portada de "Los cinco lo pasan estupendo" porque fue una de mis primeras adquisiciones, y lo manoseé tanto que, al final, el lomo se despegó de las tapas. Me gustaba tanto que lo intenté solucionar pegando unas etiquetas blancas de las de los sobres y dibujando sobre ellas de nuevo con rotulador la falda de Ana y los pantalones de Dick. Me quedó tan bonito que durante mucho tiempo dije que de mayor quería ser restauradora de libros.



Pero vuelvo al presente. Le he dado el regalo a mi sobrina Lola. Cuando ha abierto el paquete, lo primero que le ha llamado la atención han sido los bolígrafos y la libreta que he añadido al lote (si va a empezar a escribir cuentos tendrá que contar con buen material, he pensado) pero al tener los libros en las manos me ha mirado con curiosidad. Mi hermano le había hablado ya de mi afición por estas historias cuando era pequeña, pero me ha encantado resumirle un poco qué contaban las aventuras de estos primos que se encontraban cada vez que las vacaciones escolares se lo permitían, siempre inseparables de su perro Tim.

Me he puesto a pensar en la cantidad de cosas que aprendí con estos cinco muchachos que creó Enid Blyton el siglo pasado... ¡Y son muchas!


  • Descubrí que no todas las chicas están contentas con ser chicas. 
  • Aprendí que en algunos países se come algo más que bocadillos o galletas para desayunar (¿Cómo podían comer tantas cosas para desayunar estos muchachos?)
  • Descubrí que no todo el pan es de trigo, alguno es de jengibre.
  • Descubrí que Gran Bretaña debe estar completamente agujereada por dentro, repleta de pasadizos secretos que sólo los cinco conocían.
  • Aprendí que se puede ser dueña de una isla mucho antes de que Jonnhy Deep le comprara una a Vanessa Paradis.
  • Aprendí lo que significa la palabra "páramo".
  • Aprendí que Dick es diminutivo de Richard.
  • Descubrí que los padres de Gran Bretaña son muy liberales en esto de dejar que sus hijos se vayan de vacaciones solos, siempre que el mayor de ellos se llame Julián y sea serio y de fiar.
  • Aprendí que se puede querer tanto a un animal como a una persona, y que a veces forman parte de la familia como si fueran humanos.
  • Descubrí que algunos científicos tienen las narices tan metidas en su propio mundo que a menudo se olvidan de que tienen hijos.


Aprendí, en definitiva, que nos hacemos mayores con los libros, que los libros nos acompañan siempre en ese camino que es la vida y que no nos abandonan nunca, aunque crezcamos y a veces nos sintamos completamente diferentes del niño que un día fuimos. Ojalá Lola pase momentos tan maravillosos con los cinco como los que yo pasé y le sirvan de recuerdo cuando sea la adulta maravillosa que seguro que será.

Fuente de la imagen 1: http://www.lavirgendelcamino.info/wordpress
Fuente de la imagen 2: http://nuestroslibrospreferidos.blogspot.com.es